Este es el discurso de José Luís Belloc, con el que comenzó el acto académico.
Buenos días a todos,
Cuarenta años han pasado desde que pisamos el colegio Calasancio de Zaragoza por primera vez. Muchos no recordamos aquel día en el que entre sollozos dejamos a nuestros padres para empezar un largo camino. Sin embargo, sí recordamos y añoramos los años de Infantil y los primeros cursos de la EGB: años de risas, juegos, amistades…En cierto modo, creo que todos querríamos volver a ellos
Cuando ingresamos en el Calasancio nunca pensamos que el tiempo transcurriría tan rápido, nunca pensamos que en él pasaríamos quizá los mejores años de nuestras vidas. La ilusión de empezar una nueva experiencia, los nuevos amigos, los nuevos retos. Todo ello ayudó a que el tiempo literalmente volara, a que preocupados por el examen del día o la clase importante, a veces no nos diéramos cuenta de que avanzábamos inexorablemente hacia el final de una etapa importante de nuestras vidas y que de ella dependía nuestro futuro, el cual forjamos día a día en estas aulas, en estos pasillos, en este salón de actos.
Con nuestros compañeros vivimos situaciones de todo tipo. De ellos recordaremos con cariño las cenas y fiestas, las siestas furtivas al fondo de clase, las famosas notitas, las convivencias y excursiones, las carreras para llegar al baño en el recreo, las celebraciones de San Jose de Calasanz todos los 27 de Noviembre. Entre muchos de nosotros se forjó una estrecha amistad que traspasó los muros de este colegio y que ha ayudado a hacernos guardar un buen recuerdo de aquellos años.
Hace más de doscientos años el filósofo Kant dijo: “Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”. Desde los profesores de infantil hasta los de BUP, todos ellos realizaron la loable tarea de educarnos y formarnos, no sólo intelectualmente sino también como personas. Nos transmitieron una serie de valores, los suyos propios y los de la Escuela Pía, que nos acompañan durante toda nuestra vida.
Nuestro paso por esta casa no sólo nos dejó las lecciones aprendidas en las aulas, nos llevamos mucho más que eso: los amigos, los profesores, las decepciones, las tristezas, las alegrías, los éxitos, los fracasos, los recuerdos de horas interminables de estudio. Fueron años maravillosos en los cuales aprendimos mucho más que matemáticas, literatura o ciencias naturales. Aprendimos a ser personas, a valorar las cosas, a que éstas tengan sentido.
Al reencontrarnos por unos momentos volvemos a sentirnos alumnos, adolescentes y eso nos aligera el alma y nos permite estar en un tono festivo y distendido. Os invito a descubrir o reconocer esto que nos aflora cuando nos reunimos... esto que nos hace sonreir tan sinceramente. Cerremos los ojos, respiremos profundo y con una o ambas manos en el corazón exhalemos lentamente el aire de nuestros pulmones y preguntémonos "qué es esto que siento hoy que me hace feliz..." donde estaba escondida esta sensación...grabémosla, recordémoslo para que nos acompañe día a día y lo podamos compartir con quienes nos rodean
No puedo terminar estas palabras sin antes agradecer, en nombre de todos los que hoy nos hemos reunido aquí y de aquellos que no han podido hacerlo, a la Dirección del Centro por las facilidades prestadas para organizar este encuentro y a los profesores que amablemente han acudido a nuestra llamada para disfrutar de un día que espero sea inolvidable para todos.
Por último, debo darles las gracias a las principales personas que pudieron hacer este momento posible, aquellos que creyeron que la opción escolapia y en concreto el colegio Calasancio era lo mejor para nuestro futuro: nuestros padres. Sin ellos no estaríamos aquí.
Os deseo lo mejor a todos.
Feliz día y muchas gracias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario